La “renuncia silenciosa” ha sido un término que de repente apareció por todos lados en la segunda mitad de este 2022. Comenzando como una especie de acusación hacia las nuevas generaciones de trabajadores que han decidido “empezar a trabajar menos si no les pagan lo suficiente”.
Este discurso discriminatorio ya lleva varios años cocinándose conforme la Generación Z empieza a tener edad para integrarse a la actividad laboral, solo para encontrarse a Baby Boomers en puestos de alto liderazgo y a punto de jubilarse, y su siguiente generación, los trabajadores de la Generación X que han adoptado todas sus costumbres.
¿Cómo son las generaciones de cementaron la cultura de trabajo actual?
Los jefes y CEOs Baby Boomers
Para los Baby Boomers que están actualmente están entre los 60 y 70 años de edad, han establecido una cultura laboral que actualmente sigue en auge, donde muchos prefieren jubilarse hasta donde “aguante el cuerpo y la mente”.
Su trabajo es su vida, ya que en su época el valor como persona se medía de acuerdo al puesto o empresa donde trabajaban, de ellos heredamos el rechazo a otras profesiones que se salían del canon, como los artistas, filósofos, psicólogos, médicos veterinarios, entre otros que “no son verdaderos trabajos”.
Desde luego, a pesar de que utilizaron las primeras computadoras, no se adaptan muy bien a las tecnologías del momento, por ello, fueron los que más sufrieron durante la pandemia, y al tener puestos de mayor jerarquía, hacían que sus subordinados asistieran a trabajo presencial aun con el peligro que representaba e ignorando las peticiones de las autoridades gubernamentales.
Generación X como los jefes inmediatos y altos mandos
La siguiente generación, la Generación X, aunque siempre han sido mucho más abiertos, flexibles y con una mayor capacidad de adaptación, evalúa su desempeño de acuerdo a sus resultados y no tanto por reconocimiento como la generación anterior.
Esta generación ya empieza a evaluar ofertas de trabajo o promoción siempre y cuando si vida laboral esté mejor balanceada con su vida personal. Esto es en gran medida posible gracias al crecimiento de la fuerza laboral femenina, llevando a casa más solvencia económica y ejerciendo menos presión hacia su pareja masculina como “el proveedor”.
Sin embargo, al vivir el inicio del declive económico y quedarse fuera en las pensiones de jubilación, empiezan a ver el trabajo con mayor presión, pero con más creatividad, convirtiéndose en emprendedores en potencia, aprendiendo constantemente y adaptándose a los cambios.
Los millennials que tantean los cambios de paradigma laboral
Los millennials han quedado atrapados entre la vieja cultura laboral y los nuevos panoramas, al ser parte de la actual fuerza de trabajo de alto rendimiento, quienes constantemente se ven sometidos por las exigencias de sus empleadores, trabajando tiempo extra y prácticamente siendo quienes mantengan a flote a las empresas en tiempos de crisis.
Se han encontrado un panorama laboral donde ya es muy difícil crecer, se mantienen estancados toda la vida si se duermen en sus laureles. Son la generación mejor preparada pero con pocas probabilidades de encontrar un buen empleo debido a los altos índices de desempleo que se vive a nivel mundial.
Este ambiente tan adverso y un futuro bastante incierto desde su época de formación, ha provocado que sean más propensos al burn out, o desgaste profesional y crisis emocionales y psicológicas que los han hecho acercarse a corrientes de motivación, coaching y otros.
La Generación Z, los trabajadores del presente que lo tienen bien claro
Seguimos con la Generación Z, la generación que está constantemente ingresando al mundo laboral, quienes prácticamente nacieron con un teléfono inteligente y una tablet bajo el brazo, gran parte de su tiempo libre la pasan en internet entreteniéndose.
Ellos han llegado al campo laboral con una mayor igualdad de género y baja tolerancia a la discriminación, que si bien no han desaparecido, saben que hay normas y leyes que las castigan y no dudan dos veces para defenderse.
Que el trabajo esté bien adaptado a la tecnología actual los hace felices, prefieren los avisos por email, reuniones por zoom y trabajo en equipo desde plataformas en internet y apps, y los hace sentir como peces en el agua.
Ellos también han nacido bajo múltiples movimientos sociales donde todos exigen respeto y un lugar en la sociedad. Por lo que si se encuentran con un entorno laboral nocivo, discriminatorio y abusivo, no se lo pensarán dos veces antes de abandonar y preferir buscar en otro lado, el desempleo y la crisis económica no les asusta, pues nacieron y se formaron con este obstáculo y lo ven natural, así que los jefes poco pueden hacer para amenazarlos o retenerlos.
La “renuncia silenciosa” un discurso acusatorio para la Generación Z por parte de las viejas generaciones
La inflexibilidad de las generaciones más antiguas muchas veces choca con las exigencias de la nueva generación, y eso lo vimos con la tendencia de la “Generación de Cristal”.
Dicho término nació cuando la generación más joven comenzó diversos movimientos donde se celebra la diversidad humana en sus tantas vertientes, mientras se trataba de erradicar costumbres, normas e ideologías basadas en la discriminación, en consecuencia siendo etiquetados como jóvenes “delicados que de todo se quejan”.
La “renuncia silenciosa” es más de lo mismo pero en el sector laboral, un término implementado por aquellas empresas donde no están dispuestos a cambiar sus costumbres antiguas donde se juega en contra del bienestar de sus trabajadores e incluso sus actividades administrativas está al margen de la ley.
Las empresas que tienen cada vez más presencia en las redes sociales se encargaron de hacer tendencia este concepto, acusando a los nuevos trabajadores de perezosos e inmaduros que ponen su comodidad por encima del trabajo que debería ser sagrado, y de prácticamente “hacer lo mínimo en el trabajo”.
El sector de la Generación Z que tiene más tiempo en el mundo laboral, ha descubierto como las empresas siguen operando contra la ley, por ejemplo, irrespetando el horario laboral de los trabajadores, retirándoles sus días de descanso, obligándolos a trabajar horas extra sin remuneración, y otras faltas graves.
Como mencionamos antes, esta generación no se queda callado e inerte ante las injusticias, y su forma de hacerlo en el trabajo es simplemente actuando de acuerdo a las leyes y no las “tradiciones y costumbres” de la empresa. En caso de recibir una reprimenda o acciones en contra, ellos saben defender muy bien sus derechos, algo que desde luego irrita demasiado a las antiguas generaciones.
Es así como nace el término “renuncia silenciosa” para denigrar a estas generaciones, donde ni se está renunciando ni haciendo nada de forma silenciosa, sino todo lo contrario, alzando la voz ante actividades antiéticas y potencialmente ilegales de las empresas.
En respuesta, la Generación Z y los Millennials hacen viral el término “despido silencioso” una realidad que viven y que ahora tiene un nombre
Estas dos generaciones que actualmente conforman la fuerza laboral más flexible, no dudaron en tratar de corregir el término. Mencionando que no se trata de ninguna renuncia silenciosa por su parte, sino más bien un despido silencioso por parte de las empresas.
Ya que todas estas actividades antiéticas e ilegales que mencionamos anteriormente y las que faltaron, simplemente son las empresas con una administración deficiente tratando fatal a sus trabajadores.
En muchos de los casos, esta cultura laboral tóxica ha provocado que el compromiso de los trabajadores decaiga, se sientan inseguros y desamparados, derrumbando su productividad y luego teniendo que pasarse malos tragos cuando la empresa se queja de que no lo están haciendo bien.
Por ello, los trabajadores están denunciando a la sociedad de que su desempeño está directamente relacionado con los procesos y decisiones de los altos directivos de los sitios donde laboran, y que si existe actualmente conflictos entre jefes y subordinados, no es por querer hacer lo mínimo en el trabajo, sino porque hasta parece que las empresas quieren que ellos renuncien.
Y no es una idea descabellada, especialmente cuando muchas empresas tienen dinámicas de despido bastante mañosas, “renunciando” a sus trabajadores, es decir, obligando a las personas a renunciar por cuestiones que no lo ameritan o simplemente que se han sacado de la manga.
Algunos incluso hacen la vida imposible a sus trabajadores de forma estratégica para hacer que los empleados renuncien y prácticamente huyan de un entorno imposible, de ese modo la empresa no tiene que pagar indemnización y se ahorran mucho papeleo burocrático.